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Nuestra Fe y Tradición

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Huevo de Pascua

Existe una antigua tradición cristiana de pintar huevos de Pascua. Estos huevos simbolizan la nueva vida y a Cristo emergiendo de la tumba, de hecho, los cristianos ortodoxos acompañan esta tradición con la consigna: «¡Cristo ha resucitado!».

Una tradición ortodoxa relata que tras la Ascensión, María Magdalena fue a Roma a predicar el evangelio. En presencia del emperador romano Tiberio, y sosteniendo un huevo de gallina, exclamó:«¡Cristo ha resucitado!». El emperador se rio y le dijo que eso era tan probable como que el huevo se volviera rojo. Antes de que acabara de hablar el huevo se había vuelto rojo.

El rito de bendecir los huevos es de las costumbres muy cercanas al corazón del pueblo ortodoxo; la salida del pollito del huevo es una imagen que simboliza la salida esplendorosa de la Vida, desde las obscuras profundidades del sepulcro “la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.” (Jn.1,5). Así como el mismo pollito con su pico rompe la cáscara cuando se cumplen sus días para salir a la existencia, así Cristo, salió resplandeciente al tercer día por su propio Divino Poder. Respeto a la coloración de los huevos, inicialmente se usaba el color rojo que simboliza la sangre derramada de Cristo. posteriormente se difundió el uso de muchos colores, primero por expresar la alegría y segundo porque la Pascua cae en la primavera donde las flores brillan con sus colores.

¡Cristo ha resucitado!

Después de la Resurrección el Señor se presentó con dos de los discípulos que iban a Emaús (Lc. 24, 13-32), y cuando lo reconocieron “en la fracción del pan”, regresaron a Jerusalén para anunciar que “Cristo ha resucitado”, los doce apóstoles los recibieron diciéndoles: “En verdad ha resucitado el Señor y se ha manifestado a Simón.” Este anuncio y certeza son el corazón del Evangelio y el eje central de la predicación. Esta comprensión, que la Tradición eclesiástica ha guardado, es la que lleva a los fieles a saludarse durante la temporada pascual (hasta la ascensión del Señor) con el saludo propio “Cristo ha resucitado” (en árabe “Al-Masih Kam”), al que se contesta “en verdad ha resucitado” (“Hakkan Kam”).

El Sepulcro Vacío

Los primeros testigos de la realidad del sepulcro vacío –según los cuatro evangelios– son María Magdalena y las otras mujeres; Juan menciona solamente a Magdalena, pero esto no descarta la posibilidad de que las otras mujeres se hallaran con ella; y ratifica a esta posibilidad el uso de plural en las palabras de Magdalena: “No sabemos donde lo pusieron” (Jn 20: 2). Aunque los evangelios eran redactados en un contexto que no validaba el testimonio de la mujer, sin embargo, los cuatro evangelistas registraron los nombres de estas mujeres y documentaron su testimonio, a tal grado que su importancia superó la de la llegada de Pedro y Juan al sepulcro vacío. Pues si su testimonio no hubiera sido sincero y auténtico, los evangelistas no lo hubieran subrayado de tal manera.

En el evangelio según san Marcos, el Ángel anuncia a las mujeres que el hecho de la Resurrección se ha consumado: “Ha resucitado”; pero no hay, absolutamente ninguna referencia al momento de la Resurrección. En el evangelio según san Mateo, el Ángel baja del cielo y retira la piedra, no para que ayude a Cristo a salir de su sepulcro, sino para que facilite a las mujeres el acceso al sepulcro vacío ya, a fin de que ellas verifiquen que el Salvador “ha resucitado” (Mt 28: 2). Esto es lo que el icono bizantino ilustra: jamás expone el acontecimiento de la salida de Cristo del sepulcro –como sí ha prevalecido en el Occidente–, sino que conserva dos ilustraciones tradicionales de la Resurrección:

El icono del descenso al Hades: un testimonio teológico de lo sucedido.

El icono del Sepulcro vacío: un testimonio histórico de lo sucedido

Fuente: www.iglesiaortodoxa.org.mx 

 
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